Pese a que su anterior militancia en la banda armada provocó que le costara rechazar públicamente los atentados terroristas, mediados los 90 se involucró de lleno en el movimiento Gesto por la Paz. Esta actividad le acarreó las primeras amenazas por parte del entorno de ETA. En 1999 se convirtió en concejal por el PSE en el ayuntamiento de Zarautz. A los pocos meses ETA quemó el almacén en el que guardaba sus instrumentos de trabajo y su furgoneta y recibió pintadas de amenaza.
El 15 de mayo de 2001, Landaburu resulta gravemente herido al explotarle una carta-bomba enviada por ETA. La explosión le causó la amputación de varias falanges de los dedos de las manos, la pérdida de visión de un ojo y varias cicatrices. A pesar de todo, Gorka Landaburu continuó viviendo en su pueblo y ejerciendo de periodista.
El 25 de octubre de 1978, la vida de Rosa Vadillo se partió en dos después de que ETA asesinara a su marido, Epifanio Vidal. La víctima trabajaba en un taller y varios terroristas esperaron a su salida del trabajo para dispararlo a bocajarro. Vadillo buscó refugio en su trabajo y tuvo también que centrarse en sacar adelante a su hijo Iban.
El 7 de marzo de 2008, después de su turno de noche de trabajo en una fábrica, Marian Romero se despidió de su marido Isaías Carrasco. Un rato después, Marian y su hija mayor escucharon unos ruidos y, al bajar corriendo a la calle, encontraron a Isaías saliendo malherido de su coche. Isaías Carrasco había sido tiroteado y asesinado por ETA. Romero quedó viuda a cargo de sus tres hijos, de 20, 14 y 4 años de edad. El más pequeño de ellos, Adei, presenció las imágenes de su padre herido desde la ventana de su casa.
El 13 de marzo de 1976 un terrorista de ETA asesinó al abuelo de Cristian Matías, el taxista Manuel Albizu. La familia continuó haciendo su vida en el pueblo de Zumaia. Aunque el funeral de Manuel Albizu fue digno y multitudinario, después no se le han hecho reconocimientos ni se ha encontrado a los culpables del atentado.