En 2001, la policía le informa de que se ha encontrado información sobre él entre la documentación incautada a un comando de ETA detenido en Eibar. Llevaban tiempo siguiendo sus movimientos.  La policía le aconseja dejar de vivir en Eibar. Se traslada con su familia a vivir a San Sebastián.

DATOS PERSONALES:


Nombre: Mikel Iriondo Aranguren

Edad: 54 años. Eibar. Vive en San Sebastián.

Situación familiar: casado, 2 hijos.

Profesión: profesor de Filosofía  de la UPV-EHU.


COLECTIVO: Profesores

 

HECHOS:

- Participa, a finales de los noventa, en la creación de diferentes iniciativas ciudadanas como Foro de Ermua y Basta Ya. Inmediatamente aparecen las primeras pintadas en su contra.

- Entre las diferentes situaciones vividas, destaca la sufrida por él y su amigo y también profesor en la misma facultad,  Carlos Martínez Gorriarán,  en diciembre de 2000, cuando un grupo de radicales depositan unos sacos de carbón en la puerta de su despacho de la facultad de filosofía de la UPV-EHU en  Donostia.

- Concurre como independiente en las listas electorales del PSE-EE en las elecciones autonómicas de 2001. Por esta y por otras circunstancias, le asignan una escolta policial.

- En 2001, la policía le informa de que se ha encontrado información sobre él entre la documentación incautada a un comando de ETA detenido en Eibar. Llevaban tiempo siguiendo sus movimientos.  La policía le aconseja dejar de vivir en Eibar. Se traslada, con su familia, a vivir a San Sebastián.

 

CONSECUENCIAS:

 

 

“Tengo 54 años. He vivido 46 en Eibar. Dejé de vivir allí cuando la policía me informó de que habían encontrado información sobre mí entre la documentación incautada a un comando de ETA que habían detenido en Eibar poco antes. Pude ver aquellos documentos. Decidí que era mejor vivir en una ciudad en la que pasara más desapercibido que en Eibar, donde me conocía todo el mundo. Esto ocurrió hace 9 años. A la angustia provocada por la amenaza, se le unía la angustia misma por cómo iba a  afectar todo esto a mi familia, cómo nos íbamos a asentar y cómo se lo iban a tomar mis hijos, que en aquel momento tenían 7 y 10 años”.

“Todas estas  dificultades y contrariedades, todos estos cambios, que son efecto directo de la amenaza, como el pasar a vivir con escolta, en ocasiones la gente no las percibe. Es más, he llegado a oír a gente que, con mucha maldad, dice: “¡mira qué bien que le llevan y le traen en el coche a todos los sitios!”.

“Yo fui uno de los que participó en la fundación del Foro de Ermua. También en los inicios de Basta Ya. Una de las primeras cosas que hicimos con Basta Ya fue una manifestación. Los radicales utilizaron las fotos de aquella movilización para hacer carteles que pegaron por toda la ciudad, llamándonos de todo. Es a raíz de aquello que algunos empezamos tener problemas. Inmediatamente fueron apareciendo pintadas y noticias”.

“Por otra parte, llegaron las elecciones autonómicas de mayo de 2001. El entonces secretario general del PSE-EE, Nicolás Redondo, me propuso ir en las listas por Guipúzcoa como candidato independiente. Al formar parte de las listas, y vistos los antecedentes de que estaba metido en la Iniciativa, que habían aparecido pintadas, etc., me pusieron escolta”.

“Antes de todo esto, en diciembre de 2000, algunos radicales nos trajeron a mi compañero Carlos Martínez Gorriarán y a mí unos sacos de carbón al despacho, porque tanto Carlos como yo nos habíamos opuesto públicamente  a que los presos de ETA pudieran matricularse en la UPV-EHU. Apareció una foto en el GARA* de mi despacho, con los sacos de carbón,  con nuestros nombres. Y eso es más que información. Eso es dar pistas”.

“Pero fue al poco de ponerme esa escolta cuando se detuvo a un comando de ETA en Eibar que tenía información sobre mí y mis escoltas. Tenían información con matrículas de coches, datos sobre el gimnasio al que iba y otra serie de cosas”.

“Empecé a hacer mi vida acompañado. Yo venía a la universidad con los escoltas, y al mismo tiempo, otros profesores de la facultad de filosofía estaban en la misma situación.  Hubo un momento en el que hasta cinco profesores que estábamos amenazados  llevábamos protección”.

“Hubo un momento en el que el Rectorado decidió exonerarnos hasta cierto punto de la docencia. El problema eran las rutinas. Si uno tiene que venir a dar clase a determinadas horas, eso da pistas a los terroristas. Nos pusieron profesores sustitutos para que no tuviéramos la necesidad de estar a unas horas determinadas en las aulas. Estuvimos así algunos profesores durante un tiempo. De esta manera, podíamos venir a la facultad a horas sin determinar. Esto, curiosamente, producía incomodo en este entorno. Por poner un ejemplo: llegábamos a la universidad otros dos profesores escoltados y yo mismo, y coincidían hasta seis escoltas en el edificio. Ellos nos esperaban en unas sillas en el pasillo. Esto, en lugar de tranquilizar a la gente, incomodó a algunas personas. El decano de la facultad recibió a varios profesores protestando por la presencia de personas armadas en el recinto. Probablemente, si hubiesen venido otras personas armadas para hacer otras cosas, no hubiesen protestado. Se dio una situación un tanto rocambolesca. Pero claro, lo que se puede producir en otros ámbitos, también se puede producir en  la universidad, y  también hay profesores que apoyan decididamente a los radicales”.

“Entonces, creo que con el ánimo de no dejar las cosas como estaban y de intentar incordiar un poco, empezaron a protestar por esto, cuando lo cierto es que los escoltas nunca se metieron con nadie, estuvieron simplemente haciendo su trabajo. Si ellos no venían, no podíamos venir nosotros tampoco. Al final se dio una situación paradójica. Normalmente, los profesores que más protestaban, o que estaban más en desacuerdo con la presencia de los escoltas o con nuestra propia presencia, se encargaban de hablar de esa situación, para intentar enfangar todo un poco más… y sin embargo nunca hablaban de las  personas amenazadas que, como Mikel Azurmendi, por ejemplo,  se fueron y decidieron no volver más”.

“Esto es algo de lo que no se ha hablado nunca en las juntas de escuela ni en otros órganos de la universidad. No se ha interpretado como un agravio. Se ha dejado estar.  Y como sabemos, en otras muchas ocasiones sí se presentan mociones y propuestas en apoyo de este o aquel preso detenido por no sé qué… Y esta es una de las cosas que a mí siempre me han parecido lamentables, el hecho de que parece que los agravios cometidos en el entorno de la izquierda abertzale son más graves que los agravios cometidos contra aquellos profesores de la universidad que estamos amenazados, que vamos escoltados y tenemos sustitutos. Y, sin embargo, lo mejor que puede pasar con nosotros es que no vengamos, porque si no vienes dejas de ser un problema”.

“Precisamente por esta situación, algunos de nosotros decidimos seguir viniendo a la facultad, a pesar de no tener que dar docencia. Yo he seguido viniendo siempre, y  desde hace ya algunos años decidí volver a dar docencia. Porque la docencia es mi trabajo y, al final, si dejas tu trabajo en manos de otra persona, y te quedas en tu casa,  te quedas en una situación un tanto lamentable”.

“Y esa ha sido en general mi situación. Ahora yo doy prácticamente la docencia completa, aunque sigo teniendo un sustituto que da alguna clase. Hace 3 años, después de más de 4 años con ellos, decidí, por cuestiones personales, que no quería seguir teniendo escolta. Los años que estuve escoltado, la verdad es que no fueron muy agradables. No tiene mucho sentido vivir así. Además, hay una tendencia por parte de aquellos que te protegen a intentar recluirte en casa, porque cuanto menos salgas y  menos rutinas tengas, menos riesgos tendrás. La situación es muy incómoda”.

“El problema que existe en el ámbito universitario es que hay  mucha gente, también del entorno más intelectual,  que considera que todo esto de la amenaza y de la persecución, de los que vamos escoltados y  tenemos profesores sustitutos,  es como una especie de invención  que no responde a la realidad, que es una argucia de los poderes del Estado para dar a entender que aquí pasa algo. Eso es algo que yo he percibido por parte de algunos compañeros y compañeras de la universidad. No es que vivan de soslayo toda esta situación y no quieran saber nada, sino que consideran que lo que te está pasando a ti es una invención, que no es verdad, que es una forma de generar la opinión en el entorno de que algo malo pasa, pero que, en realidad, y como en una ocasión me dijo un compañero de facultad, nosotros, los profesores amenazados, somos unos privilegiados, porque no teníamos obligación de dar docencia”.

“En este tipo de situaciones, te das cuenta de lo oportuno que sería que existiera un cierto nivel de empatía. A mí, dentro del mundo universitario, lo que más me ha dolido es la ausencia de apoyos. Sólo he recibido apoyos formales e institucionales. Ha habido rectores que han sido más próximos que otros.  Pero luego otros hablan contigo diez minutos, porque es un problema que tiene la universidad, y lo resuelven poniéndote en contacto con tu profesor sustituto. Te dicen que resuelvas la situación tú con el profesor sustituto como te parezca, y ahí se termina la atención.  Hay una absoluta falta de empatía. Durante los momentos más duros de esta situación, yo he notado que hemos sido una molestia para la universidad”.

“En ese sentido, no me extraña que el propio rectorado no quiera hacer público el número de profesores que estamos en esta situación porque, en realidad, somos muy pocos. En mi departamento llegamos a ser 5, pero probablemente, juntando a todos los de la universidad, no llegaríamos a la docena. Y lo lamentable del asunto no es que fuéramos 12; es que fuéramos tan pocos. Es lamentable que en una institución como la universidad, dedicada al pensamiento y la investigación, haya tan pocas personas que tomen una posición clara frente a la extorsión, amenaza y terrorismo de ETA. Esto siempre me ha llamado la atención. Pero esto es lo que pasa en la universidad y en cualquier ámbito de la sociedad”.

“Yo, antes de estudiar filosofía hice empresariales, y tengo amigos que ahora son empresarios, y muchas veces, cuando hablas con ellos te dicen que por qué te metes en estos líos. O sea, el problema lo tienes tú porque te has metido en líos. Es una cosa que sorprende. Pero es una opinión bastante generalizada; si no te metes en líos no te pasa nada”.

“Todas estas cosas son las que han confluido en este país para que el problema haya durado tanto tiempo, y es que, las personas se sienten libres de la amenaza si no expresan unas ideas, si no se meten en líos, y en cambio otros parece que nos hemos metido en problemas por haber hablado, por escribir artículos y participar en grupos que estaban en contra de ETA”.

“Yo no puedo pensar  que la gente que me rodea en la universidad y que no me ha hecho nada nunca esté a favor de los terroristas. Habrá gente que sí. Pero otra mucha gente no, lo que pasa que estos últimos prefieren callar. Y este es uno de los grandes problemas que hemos tenido siempre, y con lo que juegan  los terroristas; el miedo de la gente. Además, ocurre que cuando alguien denuncia ese miedo o dice claramente que la gente no se posiciona por miedo, la gente se enfada, y se enfada más con quien lo dice que con los terroristas, porque claro, a nadie le gusta que le digan que tiene miedo. Porque todo el mundo es muy valiente en su casa, pero luego hay que hablar en la calle. Y tampoco me gusta mucho oír esas otras teorías de que todos los que hemos hecho algo alguna vez contra el terrorismo somos héroes. Eso es una tontería. De héroes nada. Simplemente crees en tu propio compromiso, sientes una responsabilidad de decir ciertas cosas”.

“Se ha llegado a un punto en el que la gradación de las cosas ha conducido a la admisión de algo absolutamente anómalo y criminal en el seno de la sociedad vasca como si fuese algo normal, y eso ha hecho que la sociedad vasca esté inmersa en una especie de enfermedad moral de la que es muy difícil salir. Hay un trabajo educativo muy importante que hacer para corregir esta situación”.

“En este país, dentro de las aulas universitarias, igual que en otros ámbitos, es muy difícil hablar sobre esto. Ocurre que se habla de todo, menos de esto. Yo hablo de esto en clase, pero los alumnos se incomodan.  Cuando intentas hablar de esto en el ámbito intelectual euskaldun, a veces te dicen que es que no hay perspectiva. Que han de pasar más años para hablar de esto. Y a mí me parece una falacia. Porque sí los hay que han hablado y escrito abiertamente sobre esto, como  Fernando Aramburu, Raúl Guerra Garrido, José Ángel González Sainz… que han abordado en sus obras la cuestión, y demuestran que tienen perspectiva”.

“Yo no tengo duda de que muchos de los literatos del ámbito euskaldun tengan absolutamente claro que esto de ETA es un disparate. Pero sí percibo un cierto retraimiento a la hora de hacer pública esta posición. Y lo mismo ocurre en  la música y en otros muchos ámbitos. ¿Cuánta gente de la que está todo el día en los medios de comunicación, gente relevante y mediática en Euskadi, ha dicho con claridad que esto se tiene que acabar? Hace poco hemos visto cómo varios  deportistas  de la Real Sociedad han firmado un documento a favor del acercamiento de presos. Esos mismos futbolistas jamás han dicho nada con respecto a las  víctimas, ni han dicho nada sobre los actos terroristas”.

“Esto es lo que nos encontramos en el ámbito civil. Y lo que nos encontramos también en el mundo universitario. Es lo que yo llamo, entre comillas, la enfermedad de este país; si no superamos esta situación y empezamos a llamar a las cosas por su nombre, nos espera un tiempo complicado. Va a haber fuertes intereses y tendencias a minimizar todo lo que ha ocurrido con el terrorismo. Hay a quien le interesa hacer como que no ha pasado nada”.

* Traducción castellano enlace GARA

Adjuntos:

1. Octavilla con consignas radicales difundida en el campus de la Universidad.

2. Traducción castellano.