DATOS PERSONALES:
Nombre: Johan Gilbert Alberik Delva y Mario Galdós.
Edad: 46 y 45 años, respectivamente.
Profesión: Propietario tienda artículos de moda y artesanía.
COLECTIVO: Amenazados, perseguidos.
Notas del entrevistador:
-Johan es de nacionalidad Belga. Es el que ha vivido todas las situaciones de vulneración. Mario, su pareja, ha sufrido las consecuencias del hostigamiento y actualmente se encuentra en tratamiento psicológico. También participa en la entrevista.
-Actualmente están en proceso judicial por la denuncia que presentaron por las amenazas de muerte recibidas.
HECHOS:
-El primer enfrentamiento se produce en noviembre de 2009 cuando Johan, después de pedir en reiteradas ocasiones que dejen de pintarle la pared, fotografía a un grupo de radicales haciendo las pintadas en su local. Los jóvenes le insultan, le dicen que se vaya a su país y le amenazan de muerte. Johan denuncia a la Ertzaintza lo sucedido.
- A partir de aquello, Johan toma la decisión de quitar y tirar todos los carteles que afecten a su negocio.
-Días después, aparece una pintada en la pared del local: “txibatoak, adi egon” (chivatos, tened cuidado). También denuncian lo ocurrido.
- El 24 de julio de 2010, víspera de Santiago (día festivo), tres jóvenes entran en el local. Johan se encuentra dentro del local. Se enfrenta a los radicales, pero son muchos y se refugia tras el mostrador; reacciona sacándoles unas fotos cuando ya se marchaban.
-Al día siguiente, 25 de julio de 2010, día de Santiago (festivo), un grupo de jóvenes destroza los tiestos que tiene en la entrada de la tienda.
- El 28 de enero de 2011, día siguiente a la huelga general convocada por los sindicatos nacionalistas, se encuentran una pintada en el local: “txibatoak sutara” (fuego a los chivatos”).
-El 26 de febrero de 2011, el mismo radical al que denunciaron por amenazas y con el que tienen un juicio en breve, escupe en el escaparate de la tienda. Además, otra mujer, se dirige a Johan: “Cuidado con lo que haces. Limítate a vender bolsos y cuidado con lo que dices”.
CONSECUENCIAS:
Johan Gilbert: “Esto empezó con las pintadas que nos hacían habitualmente en la pared de la tienda. Son las pintadas que hacen por las paredes de toda la calle, es algo que en esta calle se entiende como normal, pero son mis paredes, las paredes de mi negocio, y me parece que es perjudicial para mi negocio tener las paredes, a los lados del escaparate, llenas de pintadas. No es atractivo para los clientes. Les pedí a las personas que me estaban pintando las paredes que dejaran de hacerlo. Que no tenía nada en contra de ellos, pero que no estropearan mi negocio”.
Mario Galdós: “Ellos siguieron haciendo las pintadas. Hasta que un día Johan decidió sacarles unas fotos mientras hacían las pintadas. Ellos le vieron. Eran 5 personas, y Johan se enfrentó a ellas. Les pidió, una vez más, que dejaran de hacer las pintadas. Le amenazaron de muerte, le dijeron que se fuera a su país. Llamamos a la policía. Esto fue en noviembre de 2009. Ahora tenemos el juicio por aquella denuncia”.
“Parecía que los problemas se habían terminado. Pero días después de aquello aparecieron unas pintadas, a los lados de la entrada de la tienda, con las siglas PSOE en el centro de una diana y una amenaza, en euskera: “txibatoak, adi egon” (chivatos, tened cuidado). Johan no entendió el significado de la pintada, simplemente se enfadó porque le habían vuelto a pintar las paredes. Pero yo sí me di cuenta de que esto era más grave, porque ya era una amenaza directa. Fui yo el que le dije que teníamos que llamar a la Ertzaintza para denunciarlo. Esto fue pocos meses después del incidente de las primeras pintadas”.
“El caso es que, después de todo esto, Johan entró a un bar de al lado, muy enfadado, buscando a los responsables, que sabemos que se mueven por ese bar. Al cabo de un tiempo nos encontramos con que han editado unos panfletos que se han repartido por los bares de la zona en el que se amenaza, se insulta y se señala a Johan como un “agresor del movimiento popular””.
J.G.: “Yo en esta calle no tengo derechos. He abierto una tienda aquí, que intento sacar adelante, y me encuentro con que, si cuando me ensucian las paredes me enfado y me enfrento a los responsables, el malo soy yo; el que se mete en problemas soy yo. ¡La gente ha llegado a pensar que soy un policía infiltrado!”
M.G.: “Nadie nos ha mostrado su apoyo, ningún vecino, ningún comerciante de la calle. Piensan que es Johan el que, de alguna manera, ha provocado la situación. Hay un vecino que nos dijo que él ya había pasado por esta misma situación. Que incluso no podía salir a la calle. Te dicen que antes las cosas eran mucho peores. Que ahora las cosas están tranquilas, que no son más que unas pintadas. Pero, qué pasa, ¿que tienen que quemarnos el local para que se tomen esto en serio? Para la gente, parece que es una cosa que no tiene gran importancia, ante la que no hay mucho que hacer”.
J.G.: “Esto es el gueto de Vitoria. Aquí en la calle Cuchillería están siempre con carteles y pintadas. La víspera de Santiago (24 de julio) de 2010, tres jóvenes entraron en el local. Yo estaba dentro de la tienda. Había mucha gente en la calle, y los había que se quedaban mirando, pero no hacían nada. Yo, aunque soy grande, tenía miedo, pero cogí la cámara de fotos y les saqué una foto a los chavales que habían entrado. Llamé a la Ertzaintza. Cuando vinieron les enseñé la foto. Me dijeron que estaban de espaldas, que no podían reconocer a nadie y que no les era útil”.
M.G.: “El 8 de agosto de 2010, los mismos jóvenes le tiran un tiesto rompiendo el escaparate de la tienda. Johan identificó a los chavales, que estaban en un bar de al lado, pero los agentes no quisieron entrar en el bar. Eran fiestas de Vitoria, había mucha gente en la calle. Un grupo de unas diez personas se pusieron a insultarme. Llamamos a la Ertzaintza. Johan identificó a los que autores, pero la Ertzaintza no quiso hacer nada. Decían que no tenían ninguna certeza, que así no podían detener a nadie”.
“Por otra parte, le han robado el letrero de la entrada de la tienda dos veces en este tiempo. Lo hemos denunciado, y no nos han hecho caso. Nos dicen que lo ha podido coger cualquier gamberro. No han relacionado todos los sucesos en una serie. Y a nosotros nos parece que ya hay un historial suficiente como para que la Ertzaintza se tome este caso más en serio”.
“Una de las últimas ha sido el día de la huelga general (27 de enero de 2011). Johan no quería cerrar la tienda. Al final, entre unos amigos y yo, le convencimos de que tenía que cerrar, que era una locura, después de todo lo que había pasado, abrir la tienda ese día. Aun así, al día siguiente le volvieron a hacer una pintada: “txibatoa sutara” (el chivato al fuego)”.
“Fuimos a poner la denuncia, pero la Ertzaintza ya le toma a Johan como “el pesado del belga”. Johan pidió hablar con el jefe de la comisaría, porque creía que el trato que estaba recibiendo no era correcto, pero no le hicieron caso”.
“Nos asignaron dos agentes para que siguieran nuestro caso. Les llamé cuando sucedió todo esto, y ellos mismos me dijeron que la denuncia que nos habían recogido era un desastre. Fuimos de nuevo a la comisaría. Nos cogieron la foto que en la anterior denuncia no habían dado por válida, nos dijeron que tenían que hilar la serie de sucesos, que hasta entonces se estaban analizando como sucesos independientes”.
“La última que nos han hecho ha sido el 26 de febrero de 2011. Era sábado. Habían convocado una manifestación que tengo entendido que al final se prohibió. Volvían a la Kutxi a tomar sus potes, todos juntos, en lo que al final era una manifestación improvisada. Iban escoltados por la Ertzaintza para que no armasen ningún lío. Pasaron por delante de la tienda. Pues cuando ya había pasado todo el mundo, también la furgoneta de la Ertzaintza que iba cerrando el grupo, se acercaron dos personas a la tienda. La primera nos escupió en el escaparate. Este es el mismo tío al que denunciamos la primera vez por la amenaza de muerte. Otra mujer se le acercó a Johan y le advirtió: “ten cuidado con lo que haces. Limítate a vender bolsos y ten cuidado con lo que dices”. Johan estaba sólo en la tienda, y no se achantó. Llamó a la policía, pero estos no aparecieron. La Ertzaintza dijo que ya había hecho la labor de asegurarse de que el grupo de gente no provocaba altercados. No se enteraron de lo que nos pasó a nosotros”.
“Llevamos casi cuatro años en esta situación. Yo estoy en tratamiento psiquiátrico. La Ertzaintza nos ha tratado muy mal. Nos han llegado a decir que, si no nos gustaba la calle que buscáramos otro local, que nos marcháramos de allí”.
“Nosotros tenemos puestas un montón de denuncias. Ahora tenemos juicio sólo por la primera, la de la amenaza de muerte. No entendemos por qué no se investiga y se juzga todo en conjunto, cuando al final se trata de eso”.
J.G.: “Yo vengo de Bélgica. Vengo de un país democrático a otro democrático, y no tengo por qué tolerar este tipo de cosas. Estoy alucinado con lo que pasa aquí. Yo puedo entender que cada uno reivindique sus posiciones políticas. Pero no entiendo que se pongan carteles de asesinos, de criminales, que se pinten las paredes de los negocios y que los comerciantes no digan nada”.
M.G.: “Nosotros ya no aguantamos más. Estamos muy solos, nos sentimos muy desprotegidos y ya es que no queremos seguir con esto. Llevábamos un tiempo pensando en vender el negocio y olvidarnos de todo. Y al final es lo que vamos a hacer. Vamos a cerrar la tienda, porque no podemos más”.
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